
El juego de cantar de memoria la lista de los presentes en el aula, durante un reencuentro de excompañeros, trae evocaciones de la toma de un colegio preuniversitario cordobés en los noventa. Tomar lista es asumir el riesgo de las ausencias: la estela de un amigo –que estuvo hasta que ya no– funciona como la pieza perdida en el tangram del recuerdo que, al fugarse, habilita nuevas figuraciones de la adolescencia: un tremedal de fantasmagorías sexuales, imposturas en los pasillos, y fervientes, aunque silenciosas, convicciones.
Un suicidio de juventud, las víctimas del terrorismo de Estado sobreimpresas en los claustros, la membranza resacosa con sus oclusiones y deslices; son algunos de los vacíos de los que da cuenta El último moscovita mediante el ritual de los nombres propios. Si todo apellido es en el origen un llamado, Sebastián Menegaz ensaya su recolección de patronímicos eufónicos con sordina –después de todo, el propio apellido del autor, pronunciado en castellano argentino (“me negás”), expone el equívoco en que se funda la lengua.
Dicho sin vueltas, Menegaz es uno de los mejores escritores contemporáneos. La apuesta por narrar, a pesar de todo, con utensilios heredados del barroco –menos neobarrosos, estos; más deudores del rulo norteamericano que se trenza entre Sor Juana y Gerardo Deniz, con unas gotas de la lima de Lezama en el aliño– viene a solventar otra falla (tridente) en el contexto literario actual: forma, tradición, política.
Emilio Jurado Naón
Menegaz, al frasear, hace sintaxis, plantea con rigor una táctica, una táctica de guerra. Ramiro Quintana (El diletante, 2022)
El mote de experimental es carga pesada más que elogio para quien trabaja la prosa de modo absolutamente inusual. No le cabe a Menegaz. Hernán Sassi (Otra parte, 2022)
Menegaz saca palabras de una cantera inagotable, palabras como flores extrañas, como perdigones. Lucía Mazzinghi (Cuarta prosa, 2024)
Si la literatura, como apuntó Héctor Libertella, se hace una toldería armada a la intemperie, Menegaz está más bien solo con su lengua. Juan F. Comperatore (Caras y Caretas, 2022)
Una dicción y una dirección únicas, de especificidad absolutamente inédita en estos tiempos sin lengua o de idioma a tarascones. Luis Chitarroni
Sebastián Menegaz
nació en 1981. Es escritor, crítico y realizador cinematográfico. Se graduó en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Ha publicado El espectáculo transparente (Letras y Bibliotecas, 2015), una colección de cuentos con la que obtuvo el Premio Provincia de Córdoba de Literatura, y la novela La liga harapienta (Paradiso, 2022), premiada en 2019 por el Fondo Nacional de las Artes.