Entre las embarcaciones de alta mar el balandro es tal vez la más despojada y liviana. Conrad aconsejaba al navegante no oponerse al mar, sino obedecerle, y lo decía pensando sobre todo en embarcaciones de vela y livianas como el balandro. No es de extrañar entonces que este nuevo libro de Graciela Perosio esté regido por la obediencia. Hay una edad, dice la poeta, en que “las personas y anécdotas / vuelven como rompecabezas / para armar”; pero su libro no aspira a la exhaustividad de un rompecabezas ni a la tranquilidad que otorga un cuaderno pasado en limpio; no aspira a un balance sino, justamente, al balanceo que pregonaba Conrad: tomar la inmensidad como viene y surcarla con una humildad no exenta de gozo, ése con que se hinchan las velas y que era para Conrad la forma más auténtica de navegar. Sin ninguna autocomplacencia y atenta a las imágenes traídas por la memoria pero también a las recurrencias del presente que con los años se han vuelto una suerte de memoria íntima y de arquetipos privados (sus poemas sobre Buenos Aires son particularmente memorables en este sentido), Graciela Perosio, con una exactitud de dicción que corre pareja a su despojamiento, refrenda en este libro marino su secreta vocación: no la del navegante sino del náufrago, del sobreviviente, del que nunca estuvo ni estará a salvo y que aprendió con la edad “una paciencia de iguana que inaugure / un recodo sombreado en nuestra alma”.

Fabio Morábito

Graciela Perosio

nació en Buenos Aires en 1950. Publicó los libros de poemas: del luminoso error (1982), Brechas del Muro (1986), La Varita del Mago (1990), La vida espera (1995), La entrada secreta (1999), Regreso a lafuente (2005), sin andarivel (2009). Recibió la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Su obra ha sido traducida parcialmente al portugués y al italiano. Un poema de Balandro fue premiado en el Concurso Internacional de Poesía Nosside, Calabria.