Susana Aguad nos introduce en un mundo oscilante donde los valores que hacen a la esencialidad del espíritu se confunden con el materialismo capaz de abrir todas las puertas, aun aquellas vedadas por la ley que impone el respeto y la valoración del otro.

Con un impecable manejo del lenguaje, que en ciertos pasajes del libro alcanza el vuelo lírico, la autora nos va conduciendo por distintos escenarios,  ricos en matices, que describen las diferentes situaciones donde los personajes se debaten en el urdir  de la propia trama, plena de contradicciones, como también  suele suceder en el destino humano.

De todos modos, desde la metáfora del naufragio al que alude el título, las aguas elevadas en la turbulencia  de los sentidos alguna vez se aquietarán para dar paso  a ese renacer de la calma y la serenidad donde subyace lo único que hace posible la redención del hombre: el amor.

Beatriz Schaefer Peña

“Tiene al alcance de su vista ese brazo delgado y ensombrecido del río pero agua al fin, brillo y movimiento del agua, y los veleros encallados en el puerto ornamentándolo de blanco como una bandada de palomas quietas en la jaula de sus amarraderos. Parecen condenados, los gráciles veleros, a estar eternamente allí y sin embargo cada tanto parten hacia la costa uruguaya o hacia Brasil, como él lo hubiera hecho de tener su embarcación en el puerto de ese brazo cavernoso del río (...) hasta el silencio le pertenece, como le pertenecen todos los atributos propios de ese barrio exclusivo, el silencio y las cámaras en cada esquina, las veinticinco cámaras inalámbricas, ojos continuamente abiertos en la oscuridad como los grandes y brillantes de las lechuzas por lo que a nadie se le ocurriría ocultarse, pasar desapercibido o buscar sombras para tomar por asalto a vehículos o personas. Estoy más protegido que en la quinta presidencial de Olivos, se dice, como si no viviera en la ciudad, como si todo el peligro, los riesgos, las muertes y asesinatos ocurrieran en otro mundo tan distante del suyo como la tierra de la luna.”

Susana Aguad

nació en Córdoba donde cursó sus estudios universitarios, se exilió en París entre 1976 y 1984 y reside actualmente en Buenos Aires. Dos antologías, resultados de simposios internacionales realizados en París, la cuentan entre sus autores: Cuentistas latinoamericanos de la Sorbona I y II (Mascaron, Barcelona, 1983). Participa ese mismo año en la elaboración del libro Mujeres del Cono Sur escriben (Nordan, 1983) que fue traducido al francés en 1987 por Arcantère Editions. Ha publicado las novelas Herrumbe y oro (Letra Buena, 1992), Detrás del muro (Nuevohacer. GEL, 1999) y Lejana y oscura, Premio Municipal de Literatura, bienio 2006-2007, (Paradiso 2010); y los libros de cuentos Mundo peligroso (Filofalsia, 1989), Extraña Europa (Corregidor, 2002), Ayer (Biblos, 2006), Jardín nocturno (Sigmurg, 2008) e Infidelidad, Faja de honor de SADE 2013, (Paradiso, 2012). Sus cuentos y relatos aparecieron en revistas y antologías: Convergencia Nacional de Cuentos Junín País (2004); Antología Internacional S.A.D.E. - Cuento breve (2005); XII Certamen Internacional de Poesía y Narrativa Breve (Nuevo Ser, 2006); Narrativa argentina contemporánea (Instituto Cubano del Libro, 2007).