“Dirigido al bajo nivel oxidante dado por un metabolismo basal en vías de extinción, manando del cuenco, humeante, donde se abandonan al líquido verde elegidos pétalos escarlatas, raspaduras, color níspero japonés, de un sombrero fungi, el exquisito aroma desmenuzado eleva su ventura desplazando toda creencia apocalíptica. Un gasto energético mínimo basta para mantener el Élan Escritural que adherido al Hueso no renuncia a continuar la historia.
Cráneo acerca sus maxilares para sorber un trago haciendo caso omiso a la ceñuda advertencia del sentido.
La noche pondera la muerte para refutarla.
Oriento la mirada desde sus parietales pálidos a la incertidumbre esperanzada que entra por la temblorosa Lumbrera De Radiación”.
Carlos Martín Eguía
Castelli, Buenos Aires, 1964.
Incursionando por la poesía y la prosa publicó más de veinte libros, Errantia, El punto olivina y los cordones de zapatos, Principio activo, La plancha de altibajos, Ciento cincuenta gramos, entre otros. Los días que vivimos en peligro, Animales distintos, Textos 2, La infancia del procedimiento, son antologías que incluyen algunos de sus trabajos.
En un párrafo del presente libro se lee: la distorsión quedó en las palabras, probablemente desde el comienzo, pero cuando Kant arrancó a las cosas del teatro de la conciencia se hizo evidente que, unidas o desunidas, eran signos de lo incomprensible.