Un niño fascinado por la extraordinaria elasticidad del cuerpo de un hombre manco que pide frente a una iglesia. Un viejo médico que por momentos olvida conocimientos elementales de su profesión y practica intervenciones quirúrgicas demenciales. Una madre inasible como el humo, que se alza y sobrevuela omnipresente las cabezas de toda una ciudad y de su pequeño hijo. Un hombre que olvida cómo se llama cuando una lluvia torrencial lo arrincona contra la vidriera de una tienda de antigüedades. Una mujer menospreciada, que no sabe leer ni escribir, dicta una carta póstuma dirigida a su familia. Un dentista sin piernas. Un nieto que nunca vio a su abuelo, pero descubre los rasgos de su cara en la extraña configuración de un nido de avispas. Una profesora de piano que vive en un pequeño pueblo y se afirma mediante audiciones salvajes de Schoenberg. Son parte de los mundos abismales e inquietantes que componen el arte narrativo de Ropamuerta.
“Una vez autorizados por el celador, y resignados a la decepcionante pobreza del regalo (aunque cada año fuera lo mismo, al recibirlo siempre se ilusionaban como si la memoria les fallase), marchaban a la parada de Pierre. Iban en doble fila, como se movían en el orfanato. Hacían cola frente al cajoncito, como años después harían cola en los prostíbulos más espantosos. Y cuando Pierre terminaba con los pobres diablos que habían llegado antes, y que también se consolaban en Navidad con ese paupérrimo presente, tal vez incluso pagado de su propio bolsillo, el jorobado, a cambio de esas monedas escupía un poco en sus gastados zapatitos para sacarle todo el brillo posible a ese cuero maltratado y barato, y cada vez que se acordaba (ese día podía estar distraído porque, al fin de cuentas, él también tenía derecho a festejar), batía un poco la joroba como si fuera un par de alas atrofiadas de algún fracaso de la evolución biológica, para alegría y repulsión de esa infancia denigrada.”
Omar Caíno
vive en Buenos Aires. Estudió con Ricardo Piglia, Juan Carlos Martini Real, Leónidas Lamborghini, Alberto Laiseca. Es artista plástico con muestras realizadas. Trabajó en estos cuentos, y en otros no incluidos en este libro, un largo período de su vida.