“Piense en la metáfora de la llama y el diamante. ¿Qué es lo que nosotros, usted, yo y todo el público que sigue el desarrollo de esta obra en el escenario tenemos en común? ¿Qué es lo que nos viene desde el principio de los tiempos?
No sólo un corazón, y dos riñones y diez dedos como quizás usted se apresuraría a contestar. También compartimos algo más, y es la capacidad del lenguaje. Única. Exquisita. Sola. Un diamante. Una estructura que nos ciñe, una suerte de corset de esos que usaban las mujeres hace mucho, un diamante con cinco o seis varillas, con cinco o seis leyes de las que no podemos escapar. Una esencia. Sin embargo, y eso es parte de lo que se discutió en la Abadía de Royaumont, como ya le he dicho, hay quienes sostienen que el lenguaje depende, se construye, se constituye merced a la experiencia, gracias a una llama avivada por los vientos de la inteligencia ¿Qué puede construirse sobre una llama? Dígame, estimado crítico, piense un momento ¿qué llama, o lo que es lo mismo, qué experiencia modificaría el cristal? ¿Comprende ahora? La llama sólo puede darle otra apariencia al diamante.”
Si todo está dicho en la sintaxis, y las significaciones ulteriores, disparatadas, anodinas, no tuvieran ninguna relevancia, ¿por qué detenerse en la causa, en la averiguación de un asesinato, cómo resultaría esa violencia de un hecho fríamente posicional, regido por su ley? De este dilema de lenguaje, dilema al fin moral, habla El ícono de Dangling, y habla para un tiempo que naturalizó hasta el tedio el valor instrumental del lenguaje, solo objeto de comunicación, de intercambio. Un encuentro de lingüistas, neurólogos, bioquímicos, enredos de confabulación académica, un crimen y su investigación, resonancias dostoievskianas, vagamente policiales. En El ícono de Dangling Silvia Maldonado ensaya, con prosa límpida y rigurosísima, una condensación irónica de tradiciones tramadas sobre la persistencia de una metáfora de fondo –llama o diamante–, una metáfora que pone la circunstancia misma de narrar a la luz de una pregunta sobre el lenguaje.
Silvia Maldonado
nació en Buenos Aires, donde actualmente vive. Entre mediados de la década del '70 y 1985 vivió en Venezuela y México. Es antropóloga y lingüista, y durante años fue docente e investigadora en la Universidad de Buenos Aires. Publicó El ícono de Dangling (Paradiso 2007).